jueves, 16 de diciembre de 2010

CASA DEL BLUES DE SEVILLA. A la tercera irá la vencida

El blues sureño sigue padeciendo un grabe problema de circulación. En vivo no termina de fluir, merced al colesterol de lugares en lo que poder asistir a buenas veladas, como las de nuestro pasado reciente, que tanto echamos de menos. El cierre de algunos locales especializados, y que ya habían recibido la etiqueta de “míticos”, parece haber hecho que el resto de salas no termine de confiar en este tipo de conciertos. Mientras tanto, por aquellas cosas que pasan en la Andalucía diferente, los pocos conciertos que se organizan no se llenan de aficionados. Por suerte, aunque siempre he dicho que al saber le llaman suerte, una vez más contamos con un grupo de urgencias dispuesto a arreglar las tuberías del corazón del blues.
El tratamiento, una vez más, se llama Casa del Blues de Sevilla, y su tercer intento de supervivencia. Preside esta nueva andadura Cristóbal Moreno, padre del jovencísimo guitarrista Kid Carlos; aquel que, con dieciséis añitos, ya deslumbró al mismísimo Otis Grand, y que también está en la junta, como bocal. Alex “Killer” Martínez, guitarrista de Black Cotton, se encarga de la vicepresidencia y la tesorería, haciendo gala de un empuje y un compromiso, que para sí quisieran algunos que llevan mucho más tiempo en esto del blues. Su compañero armonicista de Black Cotton, Rafa, y el genial Chiqui Mingo, completan estas nueva junta directiva, con tantas ganas como ideas, y de forma más desinteresada que de costumbre. Danacol intravenoso para desatascar los blueseaductos sevillanos.

La primera inyección fue una espectacular jam-session de presentación, a la que acudió lo mejor del blues sevillano, y la inestimable ayuda de Joaco, gran soplador que se desplazó desde Puente Genil (Córdoba). Sería demasiado largo nombrarles a todos, pero sin duda hubo dos cumbres a lo largo del show, que duró casi cuatro horas ininterrumpidas. El primero fue la coincidencia, sobre el escenario, de lo que alguno llamó “la Casi-Donia”. Mingo Balaguer, Lolo Ortega, Juan Arias y Paco Martínez, con la voz de José María Pardo, y la batería de Stefano Di Rubbo, nos regalaron unos momentos más que emotivos. Blues por derecho y de muchos quilates.
El otro momentazo llegó al final, ya con parte del respetable marchándose, y a punto de dar por terminado el show. A las tablas se subieron Lolo Ortega y Kid Carlos. La cosa prometía. Dos guitarras incendiarias, dos auténticos gallos de pelea, que se marcaron un colofón en el que, os lo prometo, salía humo de los mástiles de ambos músicos.

Hasta ese momento, por el estupendo escenario de “Café del Cine” pasaron más de treinta músicos que actuaron para unas trescientas personas. La Casa del Blues se Sevilla consiguió hacer un importante número de nuevos socios, se vendieron camisetas, se agotaron algunas bebidas del bar, las ganas de la asociación llegaron a todo el respetable y, lo más importante, público, músicos y dirección del local, se fueron a casa tan agotados como felices.
Si hubo alguien que se quedó sin poder tocar, estoy seguro de que su comprensión les hará ver la dificultad que entraña organizar algo así. Bien es cierto, que hubo quien participó más tiempo que otros, pero esto fue en todos los sentidos: no todos estuvieron en Café del Cine desde las nueve, colgando pancartas y preparando el escenario.

Dicho todo esto, alguno dirá… “pero Lucky ¿qué más quieres?”. Lo que quiero es que todo este apoyo, de público y músicos, no se quede solo en la sala de partos. Que los aficionados se den cuenta de que, si no cuidamos aquello que nos gusta, la cosa volverá a quedarse en intento. Que dejemos de echar de menos la participación de quienes luego se quejan de la falta de iniciativas. Lo que quiero es, en definitiva, que la gente me demuestre que me equivocaba cuando dije que aquí, en el Sur, somos más de funerales que de cumpleaños, y más de buscar culpables que soluciones. Dejemos de ser protestones de barra de bar y arriemos el hombro, como están haciendo los actuales responsables de le Casa del Blues de Sevilla. Creo que es lo que queremos todos, músicos y aficionados, para la continuidad del blues con más feeling del reino.

Con todo, el equipo médico habitual diagnostica un estado de salud reservado, pero estamos en buenas manos, aunque más manos estarían muy bien. Sueño con el día en que el personal se de cuenta de que no debe contar solo con los de siempre. Antes de empezar a quejarnos de la, ya reconocida, falta de ayuda institucional, pongámonos las pilas nosotros, que quien algo quiere… Y esto también va por parte del colectivo de músicos, a quienes echamos de menos en la jam.
Lo que es ahora, mucho interés por los conciertos, pero poca disposición a la hora de dar ese pasito más. Y no caigamos en la trampa de culpar a los malos tiempos, a la crisis… Esto ha sido siempre así. Puede que la cosa sea tan sencilla como que, si es así, será porque así tiene que ser. Al fin y al cabo… es blues. Pero yo prefiero creer que estas palabras, y lo que pasó el viernes en Café del Cine, no caerá en saco roto, y que nos veremos, en el mismo sitio, el próximo día 8 de Enero.

Lucky Tovar

lunes, 8 de noviembre de 2010

THE PURE TONES. El blues auténtico… y por derecho/CASA DEL BLUES DE SEVILLA. Mantén vivo el blues

Un concierto de The Pure Tones, siempre es una cita con el blues por derecho, auténtico, sin subterfugios ni artificios. Ya versionen a Howling Wolf o se dejen caer con la psicodélica Strange Brew, los Paco, Manuel, Domingo y Andrés, mantienen ese aroma del Chicago de la época Chess, que tan bien saben rememorar. Todo eso ya lo sabíamos, y aún así, cada vez que estos tipos se suben a las tablas de cualquier local, el resultado siempre es sorprendente. Hoy día.

El sábado 6, en Café del Cine, The Pure Tones presentaron su disco, Howlin’. Nos mostraron sus interpretaciones de clásicos de Jimmy Reed, Howling Wolf, Albert King… pero también tocaron canciones de bluesmen mucho menos conocidos, como el Kidney Stew de Eddie Vinson. Lo más notable de estas versiones, además del consabido dominio y los amplios conocimientos bluesísticos de estos maestros sevillanos, está en el hecho de que, a pesar de que The Pure Tones imprimen su sello propio y particular a estos clásicos, siguen sonando a eso: a clásicos.

Resulta complicado destacar algo en un concierto de The Pure Tones, cuando The Pure Tones son lo destacable. La guitarra de Paco Martínez continúa demostrando que en la sencillez está la perfección. La armónica de Manuel de Arcos sigue entrando en los solos como un cuchillo caliente en la mantequilla. La sección rítmica, magnífica, con un Andrés Palma que, además de pulsar el bajo, ejerce de auténtico showman, y un espléndido Domingo González, baterista de la vieja escuela, de los que ya no hay. El joven guitarrista Luís Martínez, hijo de Paco, deja claro que el futuro es prometedor: buen toque, buen gusto, buen pulso en la dosificación… El resto lo hará la experiencia, y eso irá llegando con los años.

Si sumamos la edad de todos los componentes de The Pure Tones, posiblemente sean la banda de blues más veterana. ¿Se notó? Solo en su saber ser y estar. Ya quisiera yo ver a grupos más jóvenes, meterse en el cuerpo tres horas de concierto. Aunque tuvieron ayuda, estos puretones nunca se bajaron del escenario, sino que fueron haciendo hueco a una larga lista de músicos invitados. Pepe Delgado (La Reunión de Blues), Alex Martínez (Black Cotton), un servidor (Mr. Lucky y Los Hermanos Roncha), Juan Martínez (Gipsy Swing)… Pero el momento emotivo llegó cuando, sobre las tablas de Café del Cine, se juntaron media Caledonia Blues Band. Paco Martínez, Juan Arias y Lolo Ortega, con la voz de Andrés Palma y el resto de Pure Tones, se marcaron un Caldonia que, a pesar de lo festivo de la canción, nos llenó de melancolía.

Gran concierto, grandes momentos dignos de guardar en la memoria, y una jam final como adelanto de otra gran cita. Porque la asociación Casa del Blues de Sevilla, comienza su nueva y prometedora andadura. Nueva junta directiva, ganas renovadas y una meta inmediata: unir, apoyar y promocionar el blues sevillano. Estarán los más importantes bluesmen sevillanos, en una jam-session que promete grandes emociones, y segura continuidad. La cita, en Café del Cine (Polígono El Manchón, Tomares, Sevilla), el viernes 10 de Diciembre, a eso de las 11 de la noche. Una ocasión que no debemos perdernos ningún aficionado a la buena música, si de verdad nos consideramos así.

La cita es ineludible. De esas que no admiten excusas, sobre todo porque se trata del trabajo, comprometido y desinteresado, de un grupo de personas empeñadas en hacer todo lo posible para que el blues, que cada vez cuenta con más adeptos, siga vivo en nuestra ciudad. Unos cuantos son los que trabajan, pero el apoyo tiene que ser, general y unánime, de todos quienes disfrutamos con los directos que se celebran en nuestra ciudad. No son muchos, y a menudo se suman las dificultades para los músicos. Por eso es, más que importante, imprescindible, la asistencia a esta primera jam-session del nuevo arranque de la Casa del Blues de Sevilla.

© Lucky Tovar

lunes, 11 de octubre de 2010

ANIVERSARIO TORMENTOSO. Rock'n'Roll en el páramo perdido

Solo el buen humor, y la confianza en la diestra conducción de mi amigo Jesús, hicieron que la noche del sábado 9 de octubre no pareciera lo que parecía: una road-movie de terror de serie B. Pero vayamos por partes. Unos días antes, a eso de las ocho de la tarde, suena mi teléfono:
–Dígame
–Quillo, soy Jesús
–¡Ah, hola Jesús! ¿Qué pasa?
–Quillo, que el sábado tocan los SE-30 para celebrar su décimo aniversario ¿Vamos?
–Claro que sí ¿Dónde tocan?
–En el Harley, en Almensilla

Volvamos a ir por partes. SE-30 es una banda sevillana que versiona clásicos del rock de los 70’. Gran puesta en escena, mucha fuerza y buena ejecución. Cumplen diez años sobre los escenarios, a lo largo de los cuales, me ha tocado entrevistarles en varias ocasiones, y disfrutar del gran sentido del humor de sus componentes. Un bar llamado Harley Davidson Cyclopes –evitando problemas legales – parece un sitio perfecto para un grupo como SE-30. De hecho, lo es.

Lo que no es tan perfecto es la situación de susodicho bar. El Harley está en medio de lo más parecido a un descampado, junto a las obras de lo que –es de suponer– será una urbanización. Para llegar hasta allí, hay que dejar lo que aún podemos llamar carretera, para avanzar por un camino sin asfaltar, con varios desvíos de cabras posibles que terminan en camino de cabras. Con la señalización e iluminación propias de los caminos de cabras, claro.

Así, a oscuras, medio perdidos, y atravesando más cráteres que si estuviéramos en la Luna, a la idílica situación se unió la lluvia. Y allí estábamos, Jesús al volante y yo alegrándome de no tener carné de conducir, intentábamos capear el temporal a través de unos parajes de esos donde no entrarían ni los lobos, y casi de oído, porque la fuerte lluvia no nos dejaba ver más allá del morro del coche.
–Esto sí que es rock’n’roll –le dije a Jesús, que seguía pendiente de no caer en el enésimo falso desvío.
–Esto es heavy metal –me contestó. Que tampoco era cosa de tomárnoslo a la tremenda.

Por fin llegamos. No por nuestra pericia como exploradores, sino porque vimos los faros de varios coches dirigiéndose a la única senda que aún no habíamos probado. Luces a lo lejos, ecos de lo que parece música…
–¡Tiene que ser allí! –exclamó, esperanzado, mi voluntarioso amigo.

Efectivamente, era allí. ¡Habíamos llegado al Harley! El bar es, en realidad, la planta baja de una casa convertida en garito. Muy bien convertida, dicho sea de paso. Unos trescientos metros para unas trescientas personas, –no hace falta ser Pitágoras para hacerse una idea– techos bajitos y llenos de artilugios antiguos de todo tipo, la barra en un extremo y, en el otro extremo, el escenario.

Y sobre el escenario –unos cinco o seis metros cuadrados– la guitarra de Lito, la voz de Darío, el bajo de Ángel y la batería de “El Muten”. O sea, los SE-30. The Kins, Deep Purple, Led Zeppelin, AC/DC… La flor y nata del rock setentero, y algo del ochentero, pasaron por las tablas del Harley, de la mano de este cuarteto.
–Quillo, –me habló Jesús– esta gente, cuando formaron el grupo, se compraron el disco de “Esta noche cruzamos el Mississippi” y de ahí sacaron todo el repertorio… ¡pero que bien lo hacen!
Y así es. Pero además, estos tipos consiguen que sus versiones suenen a ellos. Hacen suyos estos clásicos, y conectan a la perfección con su público, que suele entregarse por completo.

A estas alturas, alguno estará preguntándose qué tiene que ver todo esto con un blog llamado Terminal Blues. Pero es que el blues terminó por aparecer, como algo inevitable –así lo creí siempre– en todo concierto de rock que se precie. Una banda rockera hasta el tuétano, podría parecer que malversa el blues, como un gaitero escocés tocando una sevillana. Pero tampoco esperábamos que sonara a Muddy Waters. Y sin bien el Hoochie-coochie man sonó algo aburguesado, es lo que lo tiene el blues cuando se convierte en rock… ¿no?

Llegó la hora de las acostumbradas invitaciones. La guitarra incendiaria de Sergio, las baquetas de “El Rocketa”, algún otro músico invitado cuyo nombre no oí bien… Y de repente, como en acción reivindicativa, el blues volvió a sonar a blues, gracias a las cuerdas de Nico León. Estilo, feeling y buen gusto. Pausas cuando hay que darlas, clímax y… por fin… la pentatónica reinó en el Harley.

A todo esto, sudor, humo y olor a costalero en un garito de ambiente Harley-Davisoniano. Se me ocurrió una peregrina idea:
–¿Y si salimos unos minutos a tomar aire?
–¿Tú ves la que está callendo?
–Bueno… mojados ya estamos
–Pues sí.

No ganamos la guitarra que se sorteaba, pero nos reímos mucho con los gritos de la afortunada. Fue una noche lluviosa, tormentosa, empapada en sudor y nicotina consumida. Fue una noche de rock’n’roll y algo de blues. Fue una noche en la que lo pasamos…
–¡Quillo, yo lo he pasado de puta madre!
–¡Yo también, tío! Oye… ¿Era en la rotonda a la derecha o a la izquierda?
–Tío… cambia tu nómina a un banco de esos que te regalan un GPS.

© Lucky Tovar


martes, 21 de septiembre de 2010

Mr LUCKY y LOS HERMANOS RONCHA. Debut accidentado: esto pinta bien

Dicen que los bebés que dan más guerra se convierten en buenos chicos, los mejores matrimonios empiezan con una boda accidentada, y bien está lo que bien acaba. Si esto es cierto, el debut de Mr. Lucky y Los Hermanos Roncha augura un buen futuro para esta nueva banda de blues, de la que tengo el honor de formar parte. Mi falta de memoria para algunas letras, aunque las haya escrito yo, y los nervios de quien se sube a un escenario con solo dos ensayos, no empañaron un concierto que, al menos, se hizo con el corazón. Y es que resulta muy difícil que algo salga mal cuando se hace uno acompañar de tan buenos músicos, por mucho que quien canta, y suscribe, metiera la pata.

Fue un primer concierto lleno de flecos que recortar y virutas que limar, pero se transmitió lo que se pretendía transmitir, y el respetable lo pasó bien. Al fin y al cabo, de eso se trata… ¿no? El público se divirtió, los músicos -y yo también- se divirtieron, y el inefable jefe del local se quedó contento. Tampoco resulta complicado que las cosas salgan bien en un sitio como el palaciego Cismán Rock’n’Blues, donde contamos con un trato exquisito y unas cualidades óptimas.

Hemos comenzado chillando mucho, como los bebés guerreros, aunque espero que eso nos haga mejor banda, aunque no lleguemos a buenos chicos. Nuestro debut ha sido accidentado, y también divertido, lo que vaticina -o eso espero- que no habrá divorcio prematuro. Empezamos -o empecé- titubeantes, pero sabemos aprender de los errores, tanto como disfrutar de los aciertos. No sé si llegaremos lejos, pero tampoco es lo que pretendemos. Seguiremos compatibilizando la diversión con el aprendizaje: lo vamos a pasar muy bien, pero intentaremos hacerlo lo mejor posible.

Gracias a quienes asistieron, y también a los grandes músicos que se dejaron invitar -Julio “Colín”, Pepe Delgado y Chiqui Mingo”- y sobre todo a mis compañeros -y sin embargo amigos-, auténticos artífices de que Chema, Jose, Joaquín, Nico y un servidor, podamos llamarnos hoy Mr. Lucky y Los Hermanos Roncha.



© Lucky Tovar

viernes, 10 de septiembre de 2010

Concurso Europeo de Blues

El año próximo arrancará en Berlín el concurso de blues European Blues Challenge, para duos y solistas. Soy uno de los asesores para elegir representante español, por lo que os animo a visitar el blog e informaros bien: http://concursoebc2011.blogspot.com/
Ahí tenéis la lista de asesores que votaremos a los solistas y duos que se presenten. También tenéis en ese blog a los promotores de este concurso, cuya finalidad es promover y dar a conocer a los músicos de blues europeos, y potenciarlos.

El acto estará coordinado desde Berlín por el Sr. Tom Ruff (Ruff Records) en calidad de presidente provisional de la EBU y por el Sr. Detlev Hoegen (Crosscut Records) como máximo responsable del concurso en Berlín.

Se está negociando con dos entidades a fin de que los músicos elegidos que vayan a concurso no tengan que pagarse los viajes ni la estancia. Todavía no se ha concretado ningún acuerdo de patrocinio pero esperamos que pronto se pueda hacer público.

Se procurará que la formación solo/dúo escogida en España, pueda tocar en el mayor número de ciclos y festivales de Blues del panorama nacional. Ello, no obstante, se negociará una vez se haya elegido la formación que nos representará en Berlín. Ya que lo importante es hacer conciertos, no se fija el caxet, sino que se deja a libre negociación entre los artistas y los festivales.

miércoles, 4 de agosto de 2010

CUANDO MENOS LO ESPERABA... CISMÁN Rock & Blues

- Para ver mejor las fotos, pinccha sobre ellas -


Esto del blues puede llegar a ser de lo más raro… por suerte. En unos círculos de aficionados que, muy a menudo, nos sentimos como esquimales en la Calle Sierpes, solo las rarezas nos dan ese sorbito de oxígeno del que alimentar nuestras ansias de música y arrinconar el aburrimiento. Lo normal puede ser tan aburrido…

Decían que con La Taberna de Pilatos se cerró el último gran antro bluesero de Sevilla. Años después, apareció Casagrande, y muchos vieron este local como el heredero de La Taberna. Casagrande cerró, y los meses han ido pasando sin que nadie recogiera el testigo.
–Esto ha sido otro de esos revivals pasajeros –decían algunos. Sevilla se quedó sin garitos de blues, y los pocos en los que aún se programaba, eran de esos que, mientras esperas que empiecen el concierto, te hacen escuchar al Bisbal y compañía, con todos mis respetos hacia quienes gusten de la musiquilla manufacturada en serie.

Todo apuntaba a un nuevo olvido cuando, de repente, como quien no quiere la cosa, en una de esas tardes de desidia doméstica, suena mi teléfono:
­–Quillo Lucky, que el Lolo toca esta noche en Los Palacios
La llamada era de mi amigo Alex, gran entusiasta del blues, guitarrista, y miembro de la adormecida Casa del Blues de Sevilla.
–¿En Los Palacios?
Pregunté incrédulo
–Sí, tío, en un local nuevo que está programando blues ¿Te apetece que vayamos?
Antes siquiera de que terminara de preguntar, sonó mi respuesta
–Por supuesto.

Y llegamos a Los Palacios. Nuestro destino era el Polígono Sta. Lucía, lejos del núcleo residencial, lo que garantizaba, como mínimo, que Lolo Ortega podría tocar en su salsa. Llegamos pronto al local, una nave transformada en bar, casi una pequeña sala de conciertos, de nombre Cismán. Las paredes, decoradas con fotos de B. B. King, Jimmy Hendrix, Etha James… instrumentos musicales, discos de vinilo… auguraban algo grande. Luego supe que, semanas antes, habían actuado allí Pepe Delgado y La Reunión de Blues, o los S-30. Blues y rock’n’roll, tal como anunciaba el luminoso de la puerta.

Las sorpresas no terminaron ahí. Dando la una de la madrugada en el reloj, de golpe, como si acabara de terminar un partido de fútbol, el local empezó a llenarse. Niños, adolescentes, jóvenes adultos, cuarentones y hasta sexagenarios. Varias generaciones juntas, y todos dispuestos a disfrutar de un concierto que uno nunca hubiera imaginado para todos los públicos.


–Más de uno se espantará a las primeras notas de las guitarras voladoras de Lolo
Pensé… y me equivoqué.
Nunca me había equivocado tan felizmente.

Lolo empezó a repartir caña, la gente empezó a pegar botes y vitorear a los músicos, las copas (por cierto, más que bien de precio) empezaron a correr, y el respetable se ganó, más que nunca, el apelativo de respetable.
El personal del Cismán hacía lo que tenía que hacer: nada de camisetas prietas señalando abdominales, ni minifaldas diminutas para atraer clientela. Cismán Rock & Blues no necesita nada de eso, porque tiene mucho más que ofrecer: buena música, en vivo o enlatada, pero buena, y un buen rollo del que la clientela es propiciadora y partícipe.


¿Qué decir de Lolo Ortega, Manolo Vergne y Paco Martínez? Poco que ya no se sepa. Transmitieron feeling al público, este se lo devolvió, y se creó una especie de conexión simbiótica, que este humilde cronista no recuerda desde los mejores tiempos de Casagrande.



¿Estamos ante el heredero de Casagrande? Una gran diferencia entre ambos garitos me hace pensar que lucirá mejor para el Cismán: en solo cuatro meses, este garito de Los Palacios se llena con gente de Los Palacios. Gente que ve, que experimenta por sí misma en vez de encerrarse en prejuicios. Gente que sale a la calle, visita sus bares, y alegra la vida de su pueblo.

Lo más curioso es ver como, cada vez que un sitio así aparece, lo hace un poco más lejos de la capital. Y es que nuestra Sevilla no hace más que hundirse en el conformista escaparate del costumbrismo, sin atreverse a mirar más allá de sus propias narices culturales.

Ojala, esta vez sí, nos demos cuenta de que, cuando un sitio nos gusta, hay que cuidarlo, y para ello, nada mejor que corresponder la entrega de la gente del Cismán, con nuestra asistencia.

Larga vida a los locos que se empeñan en despertarnos de la monotonía.
Larga vida al Cismán Rock & Blues.



© Lucky Tovar
Foto: Lucky Tovar

jueves, 29 de julio de 2010

BLUESCAZORLA 2010 ¿BLUES?

Para que algo funcione bien, nada como seguir las instrucciones: la conducción de un automóvil, por ejemplo, resulta imposible si no sabemos donde está, y para que sirve, cada pedal.
Si las instrucciones vienen explícitas en el nombre, todo es más fácil: por mucho calor que haga, la carrocería de un coche no está diseñada para freír huevos, por eso no se llama sartén.
Cuando, para colmo, somos nosotros quienes bautizamos el objeto o el evento, basta con hacer un sencillo ejercicio de coherencia: se puede usar un coche como dormitorio de forma puntual, pero si lo hacemos por sistema, terminaremos diciendo que nuestro dormitorio tiene ruedas.

Siguiendo las premisas anteriormente expuestas, no me queda otra que preguntar: ¿Qué le pasó al blues en BluesCazorla 2010? Eso del aperturismo está muy bien, pero lo de este año fue más como echar el café en el azucarero. Nadie se asustó cuando, hace unos años, vimos el nombre de una banda psychobilly en el cartel del BluesCazorla. Fue como la banda de blues que suele incluirse en todo festival de jazz, el punto surf en un cartel de rock, la tapa fuera de carta. Fue el momento “dormitorio” por el que todo coche pasa alguna vez. Pero este año, la tapa fuera de carta se ha convertido en menú.

Echando mano de la manida frase de Waters, podríamos decir que el primer día estuvo formado por varios “hijos del blues”, título que propongo a la organización para ediciones venideras, si van a seguir en este plan. Disfrutamos con el soul de Paperboy, y con la rock’n’roll actitud de Loquillo. Pero llegó el segundo día, y el blues seguía sin aparecer, salvo en las manos de un genial Lluis Coloma, que tuvo que lidiar con un piano diferente al indicado en el rider del músico catalán, a pesar de lo cual, el show dejó boquiabierto al personal. Fuentes de la organización nos aclararon que “el piano que pidió Coloma se habría desafinado con temperaturas tan altas”, contratiempo que se habría evitado programando esta actuación en el escenario que Lluis Coloma merece, que es el de la plaza de toros.

A media tarde, en el auditorio, llegaron a oírse gritos de “tócate un shuffle ya”, pero eran superados por los gritos del vocalista de Guadalupe Plata, una especie de mezcla entre Screamin Jay Hawkins y Tito & Tarántula, que proponen un concepto interesante, pero demasiado denso y repetitivo: hora y cuarto en el mismo tono y abusando de acoples, es demasiado. Y llegó la noche, y allí, en la plaza de toros, sobre el mismo escenario por donde han pasado gente como Koko Taylor, Magic Slim, Buddy Guy o Pinetop Perkins, tuvimos que esperar a pasada la media noche para que Sugar Ray Norcia y sus Bluetones pusieran el blues. Un auténtico concierto de blues, en casi dos días de festival de blues, es corto bagaje, pero lo estábamos pasando bien, que también cuenta.

A partir de ahí, luces y sombras en todos los escenarios. Destaco a Jimmy Vauhgan, sencillamente magnífico, a pesar de la innecesaria presencia de una corista que cobró demasiado protagonismo. Sobre Joe Bonamassa me sigo preguntando para qué dar un concierto entero, si en las primeras tres canciones ya se han exhibido todas las notas y escalas habidas y por haber, y a una velocidad que aburre: el virtuosismo sin feeling no sirve de nada.

“The Woman of Chicago Blues”, de la misma franquicia que “A History of Chicago Blues”, sensacionales y por derecho, pero demasiado corto. Ya sé que lo bueno, si breve, dos veces bueno, pero siete canciones, más que breve, resulta ínfimo. Buddy Whittington llegaba avalado por su pasado en los Bluesbreakers de John Mayal, que dijo de él que fue su mejor guitarrista, pero visto lo visto, y tratándose de un festival de blues, cualquiera de sus ex-compañeros habría aportado más. A J. Teixi Band no les encontré ni el blues, ni nada que se acercase, siquiera, a alguno de sus derivados.

De Los Deltonos esperábamos más canciones de cuando hacían blues, y en cambio nos ofrecieron un repertorio más propio de Los 40 Principales. Su cantante, Hendrix Roeber, también actuó en solitario, en la Plza. Sta. María, con una serie de odas al aburrimiento, muy apropiadas para tener de fondo mientras el respetable comía. También pasó por Sta. María Joe Louis Walker y toda su banda, con un adelanto de lo que sería su concierto en el escenario grande, donde demostró tener mucho más blues en su voz que en su guitarra. Pero quien batió todas las marcas en el escenario pequeño, volvieron a ser Txus Blues y Jose Bluefinger, de ingenio inagotable, que cada año congregan a más cientos de fieles.

En el auditorio, Miss in Blues demostraron que, echándole morro, se puede montar una banda de blues sin músicos de blues, y que el exceso de innovación desvirtúa al género. Susan Santos & The Papa’s Red Band, muy correctos, aunque a la voz de Susan le falta algo de fuerza. Massena me aburrieron, y Mauri Sanchis no me pareció una actuación propia de ese escenario vespertino. Por cierto, sigo sin entender por qué la organización no cambia, en ese escenario, el innecesario juego de luces, por un buen toldo que evite que los músicos se sientan como caracoles en la olla.

Muchos aficionados, de los que llevan años asistiendo al BluesCazorla, decidieron no comprar el abono, demostrando que a Cazorla también se va por Cazorla en sí, y por lo que de encuentro entre amigos sigue teniendo. Se conformaron con las actuaciones fuera de abono, y con las improvisadas jam-sessions callejeras que, si bien tampoco son ya lo que eran, fue donde más blues pudimos disfrutar. Quienes no somos excesivamente puristas, lo pasamos bien, buscando, en cada artista, lo que sabíamos que podíamos encontrar. Llegamos a abstraernos de lo que debe conllevar el nombre “Festival de Blues”, y disfrutamos de tres días en el paraíso cazorleño.

En conclusión, BluesCazorla 2010 ha sido, desde el punto de vista comercial, inapelable. El aperturismo temático tiró de un público más variado y, en el caso del primer día, más abundante. Desde la visión de cualquier aficionado a la música que da nombre al festival, cortito, muy cortito, en lo que a blues se refiere. No sé si la ausencia de lo que se anuncia responde a presiones de los patrocinadores, o a una gestión encaminada a buscar nuevas tendencias. Lo que sí tengo claro, y lo digo con gran pesar por lo que este festival significa para mí, es que tal vez sea hora de llamar coche al coche, sartén a la sartén, dormitorio al dormitorio… y al BluesCazorla, simplemente, Festival Internacional de Cazorla.

Fotos: Lucky Tovar
©Lucky Tovar

martes, 6 de julio de 2010

BLUESCAZORLA 2010. One more time

No os voy a dar mucho la tabarra con el cartel. Para eso no tenéis más que visitar la web del festival, bluescazorla.com
Quince años dan para mucho, por lo que tampoco me voy a poner pesado con la historia de un acontecimiento que tiene suficientes atractivos como para no tener que echar la vista atrás.

Al margen de gustos, BluesCazorla sigue siendo uno de los más claros referentes de los festivales de blues en España. Así lo viene corroborando la trayectoria de un evento al que, añadir más elementos sería solo eso. Añadir. El de este año es la confirmación de que, aquello que empezó con dos bandas en una noche, no deja de crecer, no solo en continente y contenido, también en intenciones. Una de las más claras, explorar otras formas en las que el blues fue derivando, a lo largo de su historia.

La inclusión de artistas como Loquillo y Joe Bonamassa, hacen que algunas voces tachen al BluesCazorla de “cada vez más rockero”. Teniendo en cuenta el hecho de que suelen ser los purismos, con su postura inamovible, los que hacen que un género se tambalee, y a veces se pierda, la opción de abrir BluesCazorla a otras tendencias nacidas del blues, me parece un ejercicio muy sano. No en vano, si siempre decimos que el blues es la madre de todos los géneros musicales modernos, debemos observar que sería de mala madre no acordarse de los hijos.

Para esta edición, las súplicas de muchos aficionados se han escuchado, incluyendo en el cartel al, tan esperado, genial pianista catalán, Lluis Coloma. También nos sorprende, gratamente, la presencia de Sugar Ray Norcia, de quien ya disfrutamos en el, desaparecido nada más nacer, Tomares Crossroad Blues Festival. Grandes nombres como Jimmy Voughan o Buddy Whittington, reafirman el crecimiento del festival, y del propio blues, y crecer siempre es enriquecerse.

En el plano nacional, mis expectativas están puestas en ver qué versión de Los Deltonos nos vamos a encontrar. Sea cual sea, recuperar a esta mítica banda, siempre es un acierto. Lo de Txus Blues y Jose Bluefinger, además de acierto, empieza a ser casi obligado. Los dos catalanes más ingeniosos del blues, son insustituibles en el sábado de la Plaza de Sta. María, sobre todo para arrastrar, al personal, fuera de las sombrillas, a esas horas de fuego ambiental.

Ir a Cazorla, los días 22, 23 y 24 de Julio, volverá a ser una gran oportunidad para el reencuentro entre aficionados y músicos, con quienes solo tenemos contacto en esos ciber-andurriales de Internet. Pero además, BluesCazorla es blues, y otras hiervas, en estado puro, en uno de los mejores entornos imaginables (aunque ya sea casi un tópico decirlo), y siempre en buena compañía: la de quienes volvemos a vernos las caras, y la de los propios cazorleños, gente maravillosa, no porque lo diga una guía turística, sino porque lo son.

Por todo esto, volveré a Cazorla este año. Por todo esto, y porque ya no concibo un final de Julio sin mi dosis de Cazorleans, cerca del nacimiento del Guadalsisipi.

©Lucky Tovar