jueves, 16 de diciembre de 2010

CASA DEL BLUES DE SEVILLA. A la tercera irá la vencida

El blues sureño sigue padeciendo un grabe problema de circulación. En vivo no termina de fluir, merced al colesterol de lugares en lo que poder asistir a buenas veladas, como las de nuestro pasado reciente, que tanto echamos de menos. El cierre de algunos locales especializados, y que ya habían recibido la etiqueta de “míticos”, parece haber hecho que el resto de salas no termine de confiar en este tipo de conciertos. Mientras tanto, por aquellas cosas que pasan en la Andalucía diferente, los pocos conciertos que se organizan no se llenan de aficionados. Por suerte, aunque siempre he dicho que al saber le llaman suerte, una vez más contamos con un grupo de urgencias dispuesto a arreglar las tuberías del corazón del blues.
El tratamiento, una vez más, se llama Casa del Blues de Sevilla, y su tercer intento de supervivencia. Preside esta nueva andadura Cristóbal Moreno, padre del jovencísimo guitarrista Kid Carlos; aquel que, con dieciséis añitos, ya deslumbró al mismísimo Otis Grand, y que también está en la junta, como bocal. Alex “Killer” Martínez, guitarrista de Black Cotton, se encarga de la vicepresidencia y la tesorería, haciendo gala de un empuje y un compromiso, que para sí quisieran algunos que llevan mucho más tiempo en esto del blues. Su compañero armonicista de Black Cotton, Rafa, y el genial Chiqui Mingo, completan estas nueva junta directiva, con tantas ganas como ideas, y de forma más desinteresada que de costumbre. Danacol intravenoso para desatascar los blueseaductos sevillanos.

La primera inyección fue una espectacular jam-session de presentación, a la que acudió lo mejor del blues sevillano, y la inestimable ayuda de Joaco, gran soplador que se desplazó desde Puente Genil (Córdoba). Sería demasiado largo nombrarles a todos, pero sin duda hubo dos cumbres a lo largo del show, que duró casi cuatro horas ininterrumpidas. El primero fue la coincidencia, sobre el escenario, de lo que alguno llamó “la Casi-Donia”. Mingo Balaguer, Lolo Ortega, Juan Arias y Paco Martínez, con la voz de José María Pardo, y la batería de Stefano Di Rubbo, nos regalaron unos momentos más que emotivos. Blues por derecho y de muchos quilates.
El otro momentazo llegó al final, ya con parte del respetable marchándose, y a punto de dar por terminado el show. A las tablas se subieron Lolo Ortega y Kid Carlos. La cosa prometía. Dos guitarras incendiarias, dos auténticos gallos de pelea, que se marcaron un colofón en el que, os lo prometo, salía humo de los mástiles de ambos músicos.

Hasta ese momento, por el estupendo escenario de “Café del Cine” pasaron más de treinta músicos que actuaron para unas trescientas personas. La Casa del Blues se Sevilla consiguió hacer un importante número de nuevos socios, se vendieron camisetas, se agotaron algunas bebidas del bar, las ganas de la asociación llegaron a todo el respetable y, lo más importante, público, músicos y dirección del local, se fueron a casa tan agotados como felices.
Si hubo alguien que se quedó sin poder tocar, estoy seguro de que su comprensión les hará ver la dificultad que entraña organizar algo así. Bien es cierto, que hubo quien participó más tiempo que otros, pero esto fue en todos los sentidos: no todos estuvieron en Café del Cine desde las nueve, colgando pancartas y preparando el escenario.

Dicho todo esto, alguno dirá… “pero Lucky ¿qué más quieres?”. Lo que quiero es que todo este apoyo, de público y músicos, no se quede solo en la sala de partos. Que los aficionados se den cuenta de que, si no cuidamos aquello que nos gusta, la cosa volverá a quedarse en intento. Que dejemos de echar de menos la participación de quienes luego se quejan de la falta de iniciativas. Lo que quiero es, en definitiva, que la gente me demuestre que me equivocaba cuando dije que aquí, en el Sur, somos más de funerales que de cumpleaños, y más de buscar culpables que soluciones. Dejemos de ser protestones de barra de bar y arriemos el hombro, como están haciendo los actuales responsables de le Casa del Blues de Sevilla. Creo que es lo que queremos todos, músicos y aficionados, para la continuidad del blues con más feeling del reino.

Con todo, el equipo médico habitual diagnostica un estado de salud reservado, pero estamos en buenas manos, aunque más manos estarían muy bien. Sueño con el día en que el personal se de cuenta de que no debe contar solo con los de siempre. Antes de empezar a quejarnos de la, ya reconocida, falta de ayuda institucional, pongámonos las pilas nosotros, que quien algo quiere… Y esto también va por parte del colectivo de músicos, a quienes echamos de menos en la jam.
Lo que es ahora, mucho interés por los conciertos, pero poca disposición a la hora de dar ese pasito más. Y no caigamos en la trampa de culpar a los malos tiempos, a la crisis… Esto ha sido siempre así. Puede que la cosa sea tan sencilla como que, si es así, será porque así tiene que ser. Al fin y al cabo… es blues. Pero yo prefiero creer que estas palabras, y lo que pasó el viernes en Café del Cine, no caerá en saco roto, y que nos veremos, en el mismo sitio, el próximo día 8 de Enero.

Lucky Tovar