Contra gustos...

Echemos un vistazo a algunos de los discos que con la etiqueta de "Disco de Blues" nos han llegado de varios sellos. Acaban de publicarse y ya tenéis aquí la particular crítica de nuestro colaborador Luís Claro. Ampliaremos esta sección conforme nos vayan llegando más novedades.

FRIED GRITS & GREENS Burton Gaar (SVR Records/Lonesome Road Agency)


Cuando uno recupera antiguos trabajos del guitarrista y cantante Burton Gaar, como el “Mighty long road” de 2010, al escuchar su último disco, “Fried grits & greens”, a uno le dan ganas de preguntarle, ¿quién es usted y qué ha hecho con Burton?
Gaar nunca ha estado entre los guitarristas más vigorosos del blues, pero el poco vigor que tenía lo empleaba en hacer blues por derecho, y no esas cancioncillas pseudo-poperas que salpican este disco hasta empaparlo de comercialismo barato. Pero es que además, y para colmo, parece haber perdido ese poco vigor que tenía con las seis cuerdas.
Entiendo que hay que comer, pero lo que suele ocurrir con este tipo de canciones es que no gusta ni a unos ni a otros. Los aficionados al blues lo encontramos endeble y poco bluesi, y los que prefieren oír pop ven que aún tienen demasiado folk.
Ni siquiera encuentro ningún atractivo en la producción, blandengue hasta rozar la insipidez.
No lo compréis.


TAKE MY HAND King King, featuring Alan Nimmo (Manhaton)
Puedo aguantar que en un disco catalogado por el sello como “disco de blues” se incluyan un par de canciones, incluso tres, que se parezcan al blues lo mismo que una sandía a un adoquín, pero que solo haya un corte al que podamos, medianamente, llamar blues… El disco debut de la banda King King casi no llega ni a eso. “Take my hand” es un disco de rock puro y duro, con momentos que se acercan al macarreo del hard rock y otros de una sensiblería ñoña inaguantable ya en los primeros acordes.
Por lo tanto, yo mismo me pregunto qué demonios hago comentando una grabación de rock en un programa netamente de blues. Lo que pasa es que así es como nos ha llegado este disco. Yo no sé si es que los sellos aprovechan la más mínima aproximación para poder incluir sus discos en varias listas: en las de rock y en las de blues. Si por mí fuera, solo lo incluiría en la lista de innecesarios, porque ni siquiera como disco de rock tiene nada que no hayamos escuchado ya hasta la saciedad en las últimas tres décadas.
Yo le cambiaría el título: en vez de “Coge mi mano”, “Échame una mano”, que es lo que uno necesita para escuchar esto entero.
Ni se os ocurra comprarlo.




ROADSIDE ATTRACTIONS Marcia Ball (Alligator)


Marcia Ball es de las que no suelen fallar en la elección de las canciones que incluye en sus discos, y esta no iba a ser la primera vez. En “Roadside Attractions” hay Texas, hay Nueva Orleans, pequeñas salpicaduras west coast, alguna que otra cancioncilla que podría clasificarse como country... Hay melodía gospel en el corte 6, ‘I heard it all’, soul en el 7, ‘Believing in love’, boogie-woogie elegante en el 10, ‘Sugar boogie’… Incluso hay sitio para un lentazo al más puro estilo del Chicago de los 50 con la canción que ocupa el corte 11, ‘Mule headed man’, donde Marcia rompe su voz y la de su guitarra, y el piano cobra especial protagonismo. Cierra el disco ‘The party's still going on’, que precisamente eso, una fiesta.
Pero este último trabajo de Marcia Ball es, sobre todo, un disco que no solo está anunciado como de blues, sino que además lo es. ¡Aleluya, hermanos!
La producción roza la perfección y, por ponerle alguna pega, creo que si en un tema suena un solo de órgano, el piano no debería sonar por encima de éste.
“Roadside Attractions” es un buen disco de blues en el que te puedes gastar los cuartos.




CAN’T KICK LOVE Franco Paletta & the Stingers (Self Production)


Lo primero que llama la atención de “Cant kick love”, nada más comenzar a escucharlo, es la inmensa metedura de pata de la producción en la percusión del primer corte, ‘I can't stand it’. Hay un constante ruido como de platos que llega a taparlo todo de una manera agobiante. Luego escuchas el corte 2, el 3, el 4… y te das cuenta de que el problema es del baterista. ¡Que alguien le esconda los platos a ese tío, por favor!
Toda la grabación suena plana, por mucho que el tal Franco Paletta intente que cada canción suene diferente. Eso sí es culpa de la producción, aunque no solo de la producción. Los solos de guitarra no dicen absolutamente nada. Los arreglos de sintetizador, sobre todo en el corte 3, que le da título al disco (y digo los arreglos, que no el Hammon que acompaña de fondo) están muy bien para las canciones de los 80 de Stevie Wonder, pero en el blues chirrían como una zambomba en una sinfonía.
La voz… bueno… como hay miles. Pero esa armónica… Esa armónica estaba la mar de bonita guardada en su caja.
Se puede decir que, chispa más o menos, guarda la ortodoxia de lo que podríamos considerar blues, pero le falta espíritu, alma, feeling… Eso que cada vez es más difícil encontrar en los discos de supuesto blues que llegan de los Estados Unidos. Supongo que allí está pasando con el blues lo que aquí con el flamenco. Podríamos decir que el blues norteamericano está lleno de Ketamas y Chambaos.
Si necesitáis un bonito posavasos de 20 euros, podéis comprar este disco. Yo sigo prefiriendo los posavasos de papel.







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